Los tres aspectos fundamentales

El Tai Chi Chuan potencia la salud física y mental y, entre sus múltiples facetas, se le conoce como arte de salud, pero también como arte de meditación y como arte marcial.

Como Arte de Salud

El Tai Chi Chuan es parte de la cultura china, y se halla relacionado con su medicina tradicional, como la fitoterapia y la acupuntura. Su práctica es habitual en China y se extiende cada vez más en Occidente debido a sus propiedades terapéuticas múltiples.

A nivel físico trabaja el cuerpo en su totalidad. Músculos, tendones y ligamentos con suavidad y en estado de relajación, concentración mental, ayudada por la respiración larga y profunda. Interviene toda la estructura corporal, rectificando malas posturas debidas a hábitos o emociones negativas.

Aumenta la consciencia corporal y actúa directamente sobre nuestras neuronas, por la necesaria concentración y memorización de los movimientos, manteniendo así nuestra capacidad intelectual.

En edades avanzadas resulta muy útil, ya que se van mermando las capacidades de atención y memorización. También mejora la coordinación y el equilibrio en esas etapas donde son más habituales los riegos de caídas y de fracturas debidas a la osteoporosis.

El trabajo importante sobre los ligamentos y tendones permite conservar una buena movilidad a lo largo de la vida, incluso cuando los músculos van perdiendo tono. En la práctica de Tai Chi Chuan se utiliza la mente, la concentración y no la fuerza muscular.

La respiración está omnipresente. Respiración abdominal, larga y profunda, que mantiene una buena elasticidad pulmonar, con una mejor oxigenación del cuerpo. Impide la hipertrofia de las fibras musculares pulmonares y ralentiza la calcificación de los cartílagos costales.

La práctica regular del Tai Chi Chuan favorece una buena circulación energética y un buen funcionamiento de los órganos internos. Previene numerosas enfermedades y aumenta la inmunidad del cuerpo en general, siendo muy frecuente la disminución de todas las patologías respiratorias como, en primer lugar, la más común, el resfriado, evitando así muchas complicaciones que derivan de él.

El Tai Chi Chuan estilo Chen es accesible a todos. Siempre se trabaja dentro de los límites, aumentándolos progresivamente, pero sin pasarlos, contando con las capacidades de cada persona y con la etapa que atraviesa, especialmente en la enfermedad o convalecencia.

El Tai Chi Chuan está vinculado con la medicina tradicional china, según la cual, por nuestro cuerpo circula energía o Chi, digamos bioeléctrica, electromagnética. Esta energía la heredamos al nacer por nuestro padres (el Chi original) y se almacena en los riñones. Otra parte la conseguimos a través de la alimentación, y la tercera procede de nuestro entorno y hábitos. Circula por nuestro cuerpo a través de unos canales llamados meridianos. Cada uno de ellos está conectado a un órgano interno. Unos se conectan con los dedos de las manos, otros con los dedos de los pies. Hay doce canales principales y ocho canales llamados “extraordinarios” (almacenan la energía para distribuirla en caso necesario por los otros canales). Los movimientos del Tai Chi Chuan sirven para equilibrar la energía interna, eliminando bloqueos.

Como Arte de Meditación

Se suele hablar de meditación en movimiento. Sin referencia a creencia religiosa alguna, busca la capacidad de estar presentes en el aquí y en el ahora, cosa complicada en nuestra sociedad actual. A través de sus movimientos, el Tai Chi Chuan aumenta nuestra concentración, nuestra consciencia corporal y emocional. Estamos a la escucha, presentes, vigilantes. Centrarse en la práctica es poder trasladar ese hábito a la vida diaria, con sus múltiples quehaceres, asuntos laborales, académicos, y conseguir abarcar varias actividades con la mente serena y clara.

La respiración tiene un papel fundamental. Libera nuestras tensiones físicas, calma nuestras emociones y lleva la mente a serenarse conduciendo la energía. Nos conecta con nuestro interior y con lo que nos rodea.
El Tai Chi Chuan es una herramienta eficaz para manejar situaciones difíciles y conflictos. Con la práctica se potencia nuestra receptividad interna y externa. La mente tiene un gran papel en la conducción de la energía, pues donde va la mente, va la energía. El Tai Chi Chuan es la unión del cuerpo y de la mente.

Como Arte Marcial

Lo que diferencia el Tai Chi Chuan de otras prácticas de salud como el yoga o el qi qong (gimnasia energética china) es su fin marcial. Este aspecto es menos conocido y trabajado, en general.

Sin embargo, es patente en el Tai Chi Chuan estilo Chen el alto contenido de autodefensa de sus movimientos. Todos corresponden a una acción marcial (luxación, agarre, derribo, proyección, etc.).

Ayuda a una mejor comprensión de los movimientos y a dirigir correctamente la energía con la intención. Constituye una sólida preparación para defenderse y sirve como complemento para otras disciplinas marciales. En el Wushu (las artes marciales chinas), el Tai Chi Chuan forma parte de las escuelas internas, a diferencia de las externas. En las artes marciales externas, como el Kung Fu, se potencia la fuerza muscular y la rapidez. En las artes internas se trabaja la relajación muscular (no la blandura), y la suavidad, para potenciar la energía interior y para que fluya sin bloqueos para dirigirla a diferentes partes del cuerpo. Esta energía protege músculos, tendones y órganos internos, incluso en un movimiento explosivo como en el “fajing” (salida de fuerza). Se va de lo interno hacia lo externo. Un puñetazo en Tai Chi Chuan no es como una piedra que choca en un punto determinado, es más bien como una onda penetrante, todo el cuerpo participa.

Como arte marcial es muy eficaz, pero es el que exige más tiempo de práctica. Hay que asimilar muchos conceptos anteriores como la coordinación, el equilibrio, la relajación muscular, etc… antes de llegar a una eficacia marcial. El primer combate y el más difícil de ganar es contra uno mismo, llegar a controlar la propia violencia y conocerse en los dos planos, físico y mental.